Uña es un municipio de España, en la provincia de Cuenca, Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, junto a la laguna del mismo nombre en la margen derecha del río Júcar. El arroyo del Rincón de Uña desemboca en el Júcar al norte de la población. Tiene una población de 117 habitantes.
La localidad de Uña se encuentra en un enclave absolutamente privilegiado, entre la laguna de su nombre y el río Júcar, que discurre entre dos sierras elevadas, la de las Majadas al norte y la de Valdecabras al sur. El Júcar, tras recorrer la alargada depresión triásica que lleva a la Toba, vuelve a discurrir por materiales mesozoicos del Cretácico y Jurásico formado por calizas y dolomías, encajándose en esa garganta cárstica. Ahí, entre la Muela de la Madera y la Muela de Valdecabras, bajo esa corona rocosa y en un paisaje bellísimo, se encuentra, abrigada, Uña. En las cercanías se encuentra la ciudad encantada, paraje natural de imprisonante belleeza, que muestra un fenómeno geológico poco habitual.
La riqueza monumental de esta localidad está en su iglesia parroquial dedicada a San Miguel Arcángel y levantada en el siglo XIII. El templo, levantado en el siglo XIII pero restaurado y modificado en el siglo XVI, es un edificio de mampostería con sillares en las esquinas y en la espadaña, excepto el remate que es de ladrillo. Tiene una sola nave con arco triunfal adovelado, que da entrada al presbiterio y su techo es de madera a dos aguas. A demás, este bonito pueblo, paraíso entre rocas y agua, posee también una escuela de pesca, que educa en el respeto al medioambiente, y una piscifactoría.
La Laguna de Uña siempre ha estado rodeada de misterio y leyenda. Todavía hoy algunos mayores recuerdan historias de monstruos que habrían aparecido en los alrededores de la laguna, especialmente en los meses de verano, a finales del siglo XIX. Distintas personas, jóvenes y mayores, de extracción humilde, narraron atemorizados a sus vecinos los encuentros acontecidos con las temidas bestias. Encuentros como el que tuvieron los dos hermanos adolescentes que descansando junto a sus templadas aguas vieron entre los juncales una figura de serpiente o de alargado lagarto; o el del labrador que, bordeando la laguna para dar de beber a sus mulas, pudo ver cómo un lagarto enorme se acercaba a los animales.
En la actualidad, la laguna tiene un uso funcional como depósito de agua, lo que ha provocado su gran crecimiento pero, pese a su carácter artificial perfectamentea preciable, el lugar posee un encanto muy particular que el viajero curioso apreciará enormemente. Un encanto que se acentúa al acercamos hasta las mismas aguas paradisfrutar de la gran variedad de plantas y de fauna que la habitan. Aunque, quizá, el momento más atractivo del día sea el atardecer, pues el sol tiñe con una sutil capa anaranjada los vivos colores que la laguna muestra durante el día.
Morteruelo, ajo arriero, chorizos, zarajos, cordero, perdices, truchas, quesos, alajú, junto con excelentes vinos de la tierra y digestivos licores: Resoli y Aguardiente de la Sierra, son los elementos fundamentales de la gastronomía tradicional de Cuenca, tan variada como su geografía y que ha estado condicionada a lo largo de los tiempos por sus paisajes y climatología. Tanto la Mancha como la Serranía, fueron configurando una recia gastronomía que tenía como protagonista el pastoreo de ganado trashumante recorriendo ampliamente todas las zonas de la provincia, lo que propiciaba que muchos de los guisos fueran compartidos en unos y otros lugares.