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Santa Margarita en catalán y oficialmente Santa Margalida es un municipio mallorquín pertenciente a la comarca de la Pla de Mallorca. Limita con los municipios de María de la Salud, Muro, Artá, Petra y Ariany. Cuenta con 11.207 habitantes, 5.777 varones y 5.430 mujeres, distribuidos entre Santa Margarita y otros dos núcleos de población (Can Picafort y Son Serra de Marina) pertenecientes al mismo municipio.
Se encuentra situada en la franja costera del término municipal de Santa Margalida entre Can Picafort y Son Serra de Marina. En sus 379 hectáreas se encuentran diversos elementos que la hacen singular y de un valor excepcional. Junto con la explotación tradicional agrícola, actualmente de carácter biológico, también se crían animales de granja de raza autóctona.
Diversas construcciones y explotaciones extractivas ponen de manifiesto los etnológicos de la finca desde época medieval hasta la contemporánea. Además hay que añadir a todo ello una importantísima presencia de restos arqueológicos de diversas culturas. La belleza natural de la finca incluye casi 2000 metros de litoral que se encuentran enclavados en la amplia costa virgen de esa zona de Mallorca.
La Playa de Can Picafort es una playa urbana que se extiende por todo el núcleo urbano de Can Picafort, en el término municipal de Santa Margalida, al noreste de la Isla de Mallorca. Su playa urbana es extensa, muy concurrida y repleta de equipamientos y servicios, en ella encontramos arena blanca, el oleaje moderado tirando a tranquilo de la Bahía de Alcudia, mucha ocupación y accesos para minusválidos.
Esta playa urbana se extiende por todo el núcleo de Can Picafort, y debemos destacar su alto grado de ocupación por locales, turistas nacionales y extranjeros. Debemos destacar que la playa se extiende por Son Bauló, en la zona más al este del municipio, una vez que acaba el núcleo urbano de Can Picafort empieza el de Son Bauló, playas de arena blanca también y muy concurrida.
Resultado de una compleja historia de vaivenes y dominios de civilizaciones ancestrales, la gastronomía mallorquina reúne el poso de todas las culturas que han modelado su personalidad. Seguramente por ello la variedad es una de sus señas de identidad. No faltan en la cocina de la isla ni los platos cimentados en la riqueza de sus legumbres, ni los que tienen en el mar y en su pescado el fundamento de su exquisitez, ni los que han hecho de la carne la fuente de sus espléndidos sabores.
Se encuentra situada en la franja costera del término municipal de Santa Margalida entre Can Picafort y Son Serra de Marina. En sus 379 hectáreas se encuentran diversos elementos que la hacen singular y de un valor excepcional. Junto con la explotación tradicional agrícola, actualmente de carácter biológico, también se crían animales de granja de raza autóctona.
Diversas construcciones y explotaciones extractivas ponen de manifiesto los etnológicos de la finca desde época medieval hasta la contemporánea. Además hay que añadir a todo ello una importantísima presencia de restos arqueológicos de diversas culturas. La belleza natural de la finca incluye casi 2000 metros de litoral que se encuentran enclavados en la amplia costa virgen de esa zona de Mallorca.
La Playa de Can Picafort es una playa urbana que se extiende por todo el núcleo urbano de Can Picafort, en el término municipal de Santa Margalida, al noreste de la Isla de Mallorca. Su playa urbana es extensa, muy concurrida y repleta de equipamientos y servicios, en ella encontramos arena blanca, el oleaje moderado tirando a tranquilo de la Bahía de Alcudia, mucha ocupación y accesos para minusválidos.
Esta playa urbana se extiende por todo el núcleo de Can Picafort, y debemos destacar su alto grado de ocupación por locales, turistas nacionales y extranjeros. Debemos destacar que la playa se extiende por Son Bauló, en la zona más al este del municipio, una vez que acaba el núcleo urbano de Can Picafort empieza el de Son Bauló, playas de arena blanca también y muy concurrida.
Resultado de una compleja historia de vaivenes y dominios de civilizaciones ancestrales, la gastronomía mallorquina reúne el poso de todas las culturas que han modelado su personalidad. Seguramente por ello la variedad es una de sus señas de identidad. No faltan en la cocina de la isla ni los platos cimentados en la riqueza de sus legumbres, ni los que tienen en el mar y en su pescado el fundamento de su exquisitez, ni los que han hecho de la carne la fuente de sus espléndidos sabores.
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